miércoles, 4 de agosto de 2021

 Bloodline, zombis, psicópatas, y cuentos de hadas

Jorge Sánchez Jinéz

 

El concepto en literatura, o más precisamente en creación literaria, tal como lo aprendí, en lo personal lo aplico tanto para mis textos como para la crítica o comentario, y/o revisión de otros textos; se refiere a la idea central de la historia; qué sucede, cómo sucede, y las implicaciones; ejemplos de ello, son estos: la amistad, el odio, el amor, la desolación, etc. Dista, este concepto del género o subgénero literario, es decir, ya se trate de cuento, novela (las grandes narrativas), y de ahí, marcharíamos hacia otros como ciencia ficción, histórico, realista, etc.; esta es, pues, una clasificación propia (pero seguramente aplicada y teorizada desde otro punto de vista, enfoques). Como sea, este concepto me ha sido altamente clarificador, como ya mencionaba, pues me permite ubicar, desde lo más sutil a lo más brusco o grueso de los cuentos, el último ramo de esta trama, de la técnica, incluida la ortografía y el formato (e insisto esta es una clasificación propia, y no amerita ni desmerita ningún otro enfoque, sólo es mi enfoque). Pues bien, dicho esto, me gustaría pasar, propiamente, al tema de hoy, a una narrativa visual cinematográfica sobre zombis. Me refiero a la película Day of the dead: Bloodline, a la cual nos referiremos aquí por su última palabra, Blodline, traducida al español, y disponible, como ya es costumbre en estos días, en la plataforma Netflix. Más allá de eso, me gustaría pasar a la historia: una epidemia de zombis comienza en un laboratorio –más precisamente en una morgue–, con un cuerpo, aparentemente muerto, el cual se levanta o resucita, comenzando así la contaminación, la epidemia… La trama avanza, para disfrute del espectador, hacia una condición social imparable e insostenible en la cual –no obstante lugar común–, buena parte del país se ve paralizada, y un grupo de soldados levanta un refugio o bunker en el cual se resguardan de los carroñeros, término con el cual se refieren a los eternos zombis. En este caso tendremos la presencia de distintos protagonistas: Zoe, una mujer joven, quien es médico, y se verá acosada por Max, un paciente, que también se verá afectado por la epidemia de carroñeros (será mordido, irremediablemente); Baca, quien, apareciendo más adelante, sabemos es el novio de Zoe, y uno de los soldados del búnker; Lily, la niña por la cual se buscan los antibióticos, y Miguel, soldado a cargo de dicho refugio.

Los mencionados zombis, carroñeros, tienen sus particularidades. Desde luego, a diferencia de muchos, no andan: corren, son más rápidos, contexto con el cual, de manera natural, tendremos al villano de la cinta, Max, quien representa el tema (concepto): la víctima y el victimario; la protagonista, por cierto, le otorga un tono, relativo, de novela juvenil a la historia.

Regresando a Max, será convertido, y realizará una búsqueda, insistente, sobre la doctora; una monstruosidad en sí misma, metaforizada, narrada, en la figura del zombi que –relativamente– piensa, actúa y se comporta de manera ‘consciente’. Es decir, a pesar de la transformación, Max conserva algunas cualidades humanas (como de hecho se observa en pruebas médicas realizadas más adelante). Así, este zombi, luego de subterfugios, avances y retrocesos, es capturado dentro del búnker, y más adelante, desata un caos que termina en una epidemia y ataque de zombis al interior del búnker.

Sin que sea una obra maestra, como ejercicio didáctico para la práctica y el entendimiento del concepto en literatura, me parece una excelente opción, al tiempo que nos muestra un tema eterno, como es la relación víctima y victimario, plasmado perfectamente en este subgénero literario, el de los zombis, canalizada en la figura el psicópata.

Finalmente, Zoe se liberará del monstruo, victimario, terminando, así, dicha relación y convirtiéndose, por decirlo literariamente, en una heroína, princesa de los cuentos de hadas, como hay tantas, que se liberan del monstruo por medio del actuar consciente, representado aquí por una imagen en la cual le corta la cabeza a su victimario.

A temor de extender un poco más este artículo, diré que, merecidamente, esta película es una remasterización válida al tema de los cuentos de hadas clásicos: el castigo al malo de la historia. Es decir, así como, por ejemplo, en la Cenicienta unos pájaros arrancan los ojos a las hermanastras malvadas; tema, por cierto, temido por los mojigatos, quienes, muchas veces atacan –de manera oculta– lo que, metafóricamente, aparece en las historias como estas imágenes.

La película está protagonizada por Sophie Skelton, Marcus Vanco, y Johnathon Schaech, además de estar basada en la cinta homónima de George A. Romero, una clásica en el género de películas sobre zombis. 




Universos alternos en la cultura azteca ¿Qué son los universos meta prehispánicos? Jorge Sánchez Jinéz   Se trata de una propuesta t...