Cthulhu
de Lovecraft: descripción y narrativa
Jorge
Sánchez Jinéz
Cuando comenzamos a escribir tratamos, naturalmente,
de fijarnos, aprender los recursos que los escritores profesionales, históricos
o contemporáneos nos descubren de manera secreta o abierta en sus escritos. En el
caso de Lovecraft me ha llamado la atención el recurso de la descripción y la
narrativa al momento de referirse a Cthulhu, uno de los seres centrales de su propuesta
teórica, es decir de su obra cuentística. El caso lo encontré en la segunda
parte del relato La llamada de Cthulhu;
en un primer momento el narrador alude a una descripción del monstruo:
La
figura, que los miembros del congreso pasaron de mano en mano para estudiarla
con más minuciosidad, medía de unos veinte a veinticinco centímetros de altura
y estaba finamente labrada. Representaba un monstruo de contornos vagamente antropoides, pero con
una cabeza de pulpo cuyo rostro era una
masa de tentáculos, un cuerpo escamoso que sugería cierta elasticidad, cuatro extremidades dotadas de
garras enormes, y un par de alas largas
y estrechas en la espalda. Esta criatura, que exhalaba una malignidad antinatural,
parecía ser de una pesada corpulencia, y estaba sentada en un pedestal o bloque rectangular, cubierto de indescriptibles
caracteres. Las puntas de las alas rozaban el borde posterior del bloque, el
asiento ocupaba el centro, mientras que las garras largas y curvas de las
plegadas extremidades asían el borde anterior y descendían hasta un cuarto de
la altura del pedestal.
La
cabeza de cefalópodo se inclinaba hacia el dorso de las garras enormes que apretaban
las elevadas rodillas. El conjunto daba una impresión de vida anormal, más
sutilmente terrorífico a causa de la imposibilidad de establecer su origen. Su
vasta, pavorosa e incalculable edad era innegable; sin embargo, nada permitía
relacionarlo con algún tipo de arte de los comienzos de la civilización.
En un segundo momento el autor vuelve a una
descripción del monstruo, añadiendo, al inicio, una narrativa con la cual
fragua y amplía esa descripción:
La
región en que ahora entraba la policía tenía tradicionalmente muy mala fama, y
en su mayor parte no había sido explorada por hombres blancos. Algunas leyendas
se referían a un lago secreto en que vivía una colosal e informe criatura, algo
parecida a un pólipo y de ojos fosforescentes, y, según los colonos, unos
demonios de alas de murciélago salían a medianoche de sus cavernas para adorar
al monstruo. Afirmaban que éste estaba allí desde antes que La Salle, de los
indios, y aun de las bestias y pájaros del bosque. Era una verdadera pesadilla,
y verlo significaba la muerte. Pero se aparecía en sueños a los hombres, y eso
bastaba para que éstos se mantuviesen alejados. La orgía vudú se desarrollaba
en los límites extremos del área aborrecida, pero aun así el emplazamiento era
bastante malo, y eso quizá había aterrorizado a los colonos más que los
chillidos o incidentes.
Así, en este segundo momento Lovecraft emplea
el fluir de la historia –la narrativa– como un elemento más para hacernos saber
más sobre Cthulhu, la bestia central de la historia y su obra también.
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