The
mandalorian, la filosofía de sus personajes
Jorge
Sánchez Jinéz
Las narrativas heroicas suelen
estar acompañadas de alguna filosofía a partir de la cual se ordena la historia
de sus protagonistas; estos modos de ver la vida pueden ser reales -basados en
alguna religión, ciencia o tradición, o se conforman a partir del propio
universo generado por el creador o escritor(a) de la historia: algunos ejemplos
de ello son: la Fuerza, en La guerra de las galaxias, el presente en la
película El camino del guerrero; el destino, en la novela La espada
del destino… hay tantas más. Pero ahora quisiera centrarme en una serie de televisión
que complementa el universo de La guerra de las galaxias. Me refiero a The Mandalorian, con personajes memorables cuya vida se encuentra sustentada,
precisamente, por una filosofía de vida.
La historia gira alrededor del
mandaloriano, un cazarrecompensas que tiene como trabajo encontrar a un niño, un
bebé de ‘apenas’ cincuenta años, y que según sabemos por el contexto de La
guerra de las galaxias, pertenece a la raza del maestro Yoda; dicho trabajo
lo obliga a entregar al niño; no obstante, después de realizarlo, regresa por
él, huye, y decide cuidarlo, pese a los problemas que le trae ello.
En ese sentido, me gustaría
mencionar tres personajes que hablan de dicha filosofía.
El mandaloriano. Din Djarin, This
is the way, este es el camino. Con esta frase aceptemos la vida tal como viene,
hay una corriente, una sabiduría más grande que nosotros, los seres humanos (o
lo seres del universo en The mandalorian), y ésta nos indica qué hacer,
porque nosotros somos menos sabios, o, dicho de otra forma, podemos acercarnos
a esta sabiduría, simplemente, siguiéndola.
Kuiil, I Have Spoken, no se hable
más. Estas palabras nos indican o nos invitan a acatarnos a los hechos, no
crear ruido alrededor de una situación concreta, a condición de actuar o hablar
con la verdad: no se hable más, las cosas son así, y está hecho.
IG-11. Aunque no tiene una frase definida, habla de proteger al niño, estoy programado para cuidar, se le escucha constantemente, y así lo hace hasta el final de su existencia, robótica, pero llena de sentido.
Estos son, pues, los tres
personajes, cuya filosofía de vida -explícita al mencionar dichas palabras,
respaldadas por sus acciones-, puede resumirse en la figura del héroe, un
arquetipo cuya manifestación consiste -ya en la vida humana-, en cumplir de nuestros
objetivos (terrenales, espirituales, etc.), hacernos cargo de ellos, dentro de
límites aceptables y sanos para nosotros y para los demás.
En cuanto a la escritura de una novela, cuento, o su proyección en el cine o la televisión, sería importante apuntarse a una de ellas, alguna que resalte el valor, la verdad, la autenticidad, que son cualidades o valores abstractos, pero que para ponerlos en práctica están, precisamente estas historias, cuyos personajes -símbolos y no personas-, representan perfectamente la manera en la cual emplear estas ‘armas’… En fin, más allá de la cuestión ética, quisiera resaltar el valor práctico de estas historias, la filosofía de vida -que no es su propósito principal-, y cómo sustentando el por qué y para qué de cada personaje vienen a contarnos lo que, en realidad, buscamos en algún momento de la vida: ser los héroes de nuestra propia historia.
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