El silencio de los inocentes
Jorge Sánchez Jinéz
También
titulada como El silencio de los corderos, esta novela policiaca se
centra en la búsqueda de Buffalo Bill, un asesino en serie que tiene atrapada a
la hija de una senadora estadounidense; esta muchacha, como las otras víctimas,
tiene una característica en común: después de ser asesinadas, Buffalo les
coloca, en el cuerpo, en la boca, una polilla muy particular, –descubierta por
la agente especial Starling–, se trata de un insecto que el asesino utiliza
como seña particular de sus actos. Con ayuda de un equipo de investigación,
Starling acude a ellos para determinar el origen de dicha larva, y así acercarse
al asesino. El desenlace de la novela, sin ser un cuento fantástico, tendrá un
tinte de prosperidad para la carrera de Starling, la víctima de Buffalo –hija de
la senadora–, e incluso para el propio Hannibal Lecter, quien ha ayudado a
Clarice Starling a encontrar al asesino. No obstante en esta encrucijada es
importante destacar, para este artículo, el tema de la poética y la narrativa
policiaca, que la podemos encontrar, precisamente, en la descripción de la polilla
antedicha.
La polilla era un espectáculo a la vez maravilloso y
aterrador, con sus grandes alas de un pardo negruzco extendidas como una capa y
con aquel ancho dorso aterciopelado sobre el cual aparecía la rúbrica que
despierta el miedo de los hombres siempre que alguno se tropieza con ella en la
plácida bonanza en un jardín: la siniestra calavera, una calavera que es a la
vez cráneo y cara que mira desde las oscuras cuencas vacías, los pómulos, el
arco cigomático exquisitamente trazado sobre los ojos.
En
seguida el autor añade, en voz de los personajes:
—La Acherontia sayx —dijo
Pilcher—. Su nombre deriva de dos ríos mitológicos del infierno. Ese individuo
que persigue arroja los cadáveres a un río distinto cada vez… Lo he leído en
algún periódico. ¿Es cierto?
—Sí —contestó Starling—.
¿Es una especie rara?
Con
este ejemplo demostramos cómo, desde el punto de vista de la creación literaria,
la poesía puede encontrarse presente aun en las más cruentas y crueles
historias policiacas, no por horrendas, sino debido a su logro narrativo, dignas
de ser admiradas en su horrorosa construcción o captación de la maldad en el
ser humano. La versión cinematográfica de El silencio de los corderos es
interpretada, en los papeles de Hannibal Lecter y Clarice Starling, personajes
claves en la historia, por Anthony Hopkins, y Jodie Foster; el asesino es Ted
Levine.
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